LA UTILIZACIÓN DEL YOGA, POR PARTE DE LA EXTREMA DERECHA DEL GOBIERNO DE LA INDIA.

  • Red de Prevención Sectaria REDUNE

 

Esta práctica milenaria está siendo utilizada para intentar suavizar la imagen internacional del gobierno hindú de clara tendencia autoritaria, racista, intolerante y de extrema derecha.

En Febrero del 2020, en Nueva Delhi, a raiz de la visita de Melania Trump que bendice en nombre del presidente Trump la deriva autoritaria del primer ministro, Narendra Modi, fueron atacados a pedradas los grupos opositores al gobierno hindú, y, especialmente los musulmanes, quemando sus coches, casas y mezquitas. Desde diciembre del 2019 y hasta el início de la pandemia, 78 personas fueron asesinadas en el país durante las protestas contra el cambio en las reglas de la ciudadanía que colocan a millones de musulmanes en la ilegalidad.

En este contexto de creciente autoritarismo, el Yoga es utilizado por el gobierno como elemento de cohesión de los adictos al régimen. El primer ministro, secundado por el Ministro del Yoga, Shripad Naik, ha lanzado varios manifiestos a la nación afirmando que “quien practica yoga tiene menos probabilidades de ser afectado por el coronavirus”.

El Yoga es un concepto reivindicado por el hinduismo, el jainismo y el budismo, y contempla un conjunto de disciplinas físicas tradicionales de la India. La faceta más conocida en Occidente son los ejercícios de respiración y flexibilidad asociados a prácticas de meditación

Modi, a través de su partido, el BJP, utiliza una mirada “nacionalista” del yoga, afirmando que ser de la India, es ser nacionalista y practicante de la disciplina, aunque en el país sólo la sigue un 7% de la población. Eso se explica también por el alto costo de asistir a las clases, que lo imposibilita a la mayoría de la población. Se trata, por lo tanto, de una práctica reservada a la clase media y alta, muchas veces sexista y elitista, de clase y casta.El primer ministro, Narendra Modi, es practicante de yoga que une al nacionalismo más extremo. Por ejemplo, hace 50 años se afilió al “Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS)”, organización de corte fascista con más de 6 millones de miembros que opera como el mayor grupo paramilitar del mundo. Fue fundado en 1925 y propaga la “Hindutva”, una ideología que busca redefinir la cultura india a partir de los valores del hinduísmo, oprimiendo a las demás religiones. Tiene un ala estudiantil, la “Akhil Bharatiya Vidyarthi Parishad (ABVP)”, que actúa a la manera de los grupos nazis de Hitler, golpeando y en ocasiones asesinando bajo la protección y complicidad de las fuerzas policiales. El RSS se opuso a la independencia de la India en 1947, y propone la “refundación” del país con base en los valores del hinduísmo. La organización extremista defiende la perpetuación del sistema de castas, que divide a la sociedad en grupos hereditarios.

 El primer ministro, Narendra Modi, es practicante de yoga que une al nacionalismo más extremo. Por ejemplo, hace 50 años se afilió al “Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS)”, organización de corte fascista con más de 6 millones de miembros que opera como grupo paramilitar. El RSS se opuso a la independencia de la India en 1947, y propone la “refundación” del país con base en los valores del hinduísmo. La organización extremista defiende la perpetuación del sistema de castas, que divide a la sociedad en grupos hereditarios. Los hindús creen que cada grupo social se origina en una parte del cuerpo del dios Brahma, el creador del Universo. Los “bramanes”, la casta más poderosa de todas, por ejemplo, habrían nacido de la cabeza, y los “dalits”, los “intocables”, se habrían originado del polvo bajo los pies del dios creador.

 

La Constitución de 1950 prohibió, muchas veces en vano, la discriminación por castas, pero no consiguió erradicar la violencia ni el dominio ejercido por los “bramanes”. Por su parte el RSS, que representa el nacionalismo hindú, nunca estuvo de acuerdo con esa parte del texto constitucional, y se opone al secularismo del Estado.

Modi fue conocido a nivel nacional desde 2001, cuando se convirtió en el ministro jefe del estado de Gujarat por el “Partido del Pueblo Indio (BJP)”, el brazo político del RSS. El período vino marcado por frecuentes episodios de violencia contra las minorías religiosas. A finales de Febrero del 2002, unos 790 musulmanes fueron asesinados en sólo tres días en el Gujarat. Acusado de complicidad en esos crímenes, Modi pasó a ser idolatrado por los fundamentalistas hindús dentro y fuera de Gujarat.

 

Elegido primer ministro de la India, en 2014, el político del BJP necesitó calmar los ánimos dentro y fuera del país y aclaró que no pretendía romper con seis décadas de democracia en la India. Para mejorar su imagen, sólo en su primer año de gobierno visitó 25 países, aunque privilegió a los estados más reaccionarios, como el Brasil de Bolsonaro, al que visitó diez veces, los EE UU de Trump e Israel. Es inútil decir que se trataba sólo de una gran operación de maquillaje y disimulo político.

 

En este contexto, por ejemplo, Modi en su primera participación en la Asamblea General de las Naciones Unidas, procedió a vender su producto unificador, el yoga, instando a crear el Día Internacional del Yoga. Su inusitado discurso, sin embargo, fue bien recibido y 175 países abrazaron la idea. Desde entonces, el Día Internacional del Yoga sirve de palco y trampolín a Modi. Así en 2015, reunió unas 30.000 personas para practicar yoga en la Avenida Rajpath, delante del palacio presidencial, en Delhi. En esa ocasión, después de 35 minutos de ejercícios, Modi afirmó que la fecha inauguraba “una nueva era de paz”. El evento fue transmitido en 100 pantallas gigantes en muchos países, alrededor de unos 177.

 

Con este impulso, el gobierno de la India, fue introduciendo la idea de que la práctica del yoga es inseparable de la nación, y que la nación es sólo y únicamente el hinduísmo y el sistema de castas. Como dijo, en su momento, la ciudadana india Aadita Chaudhury, este nacionalismo exacerbado unía a los supremacistas blancos y a los nacionalistas hindús, y, además, se basa en una idea equivocada, que sólo interesa al RSS, pues en la India existe un gran sincretismo religioso.

Sin embargo, sordo a toda crítica, Modi siguió y continía utilizando el yoga como arma para su extremismo político y social. Cada 21 de Junio, millares de personas se reúnen para practicar yoga bajo los auspicios del gobierno. Y lo peor, es que muchos países siguen admirando a Modi y su uso del yoga, aunque como dice la antropóloga brasileña Mariana Faiad Batista Alves, “ resulta desconcertante esta admiración, porque, desde el 2015, todos nosotros ya deberíamos saber quien es Modi, en realidad, desde su nefasta actuación en Gujarat..., el yoga, en sí, es una buena práctica corporal que beneficia a la salud; la cuestión es que Modi manipula las fantasías orientalistas de Occidente y legitima así sus acciones dentro y fuera del país...”

En este clima de impunidad nacional e internacional, Modi, en su primer año de mandato inauguró el “Ministerio de Ayurveda, Yoga, Naturopatía, Unani, Siddha y Momeopatía”, bajo el pretexto de “...promover la rica y centenaria herencia hindú en el campo de las ciencias de la salud..” Las denuncias de los opositores que acusaron al BJP de instrumentalizar el Estado para difundir valores nacionalistas, religiosos y de las castas superiores, por medio de las amenazadas y agresiones del RSS, o no fueron escuchadas, o, directamente, fueron violentamente reprimidas.

Desde entonces, centenares de escuelas en la India incluyen  sesiones de yoga en el curriculum de la educación primaria y secundaria. En las sesiones se incluyen actos, como inclinarse ante el sol, que desprecian otras creencias como la “sikh” o el Islam. Eso provoca frecuentes brotes de violencia y protestas, ante las cuales el gobierno de la India sólo dice que-- “todo debe ser analizado caso por caso”. Pero esa política de no atajar la violencia se muestra inútil. Por ejemplo, el clima de tensión y violencia se viene agravando en la India, especialmente desde 2019, cuando entraron en vigor una enmienda a la Ley de Ciudadanía (CAA, por sus siglas en inglés) y un nuevo registro nacional de ciudadanos, amenazando situar a más de 4 millones de personas ( entre ellos la mayoría musulmanes) fuera de la ley al imposibilitar su documentación. Según la ley, ahora, la población musulmana residente que no pueda demostrar serlo desde hace más de 11 años, dejarán de ser considerados ciudadanos de la India. De hecho en 2020 ya hay más de 1.000 presos en 6 campos de detención, a los que se les ha privado de sus derechos ciudadanos, y la amenaza se cierne sobre un colectivo de más de 3.900.000 personas.

Modi es el primer político de la India en firmar un texto que condiciona a los derechos a determinada religión, la hindú, dejando a la población de otras religiones condenada a una ciudadanía de segunda clase, rompiendo así con el secularismo del país. Igualmente, las reglas para obtener el estatus de refugiado y la ciudadanía del país deja fuera a los musulmanes y a otras religiones.

Otra decisión problemática de 2019 fue la autorización de la Corte Suprema para la construcción de un templo hindú en Ayodhya, en el norte del país, en el mismo terreno donde en 1992 los hinduistas destruyeron una mezquita, erigida en el siglo XVI.

Ante los problemas cada vez más peligrosos, el gobierno, sobre todo en los momentos de mayo conflicto, utiliza cada vez con mayor frecuencia las tradiciones milenarias, especialmente el yoga, en sus discursos. Así, Modi introduce discursos de conocidos “yogi”, en defensa de las leyes que castigan y privan de derechos a los practicantes de otras religiones que no sea el hinduísmo.; o como el empresario millonario Baba Ramdev, uno de los gurús de yoga más populares del país que defiende la práctica para “curar la homosexualidad”, además de apoyar las leyes discriminatorias.

Hasta hoy, el único miembro del gobierno que ha respondido a la utilización política del yoga y su relación con los objetivos de las nuevas leyes de ciudadanía que anulan derechos humanos, ha sido el vicepresidente Venkaiah Naidu, que dice que “ el yoga no es una cuestión política, es bueno para el cuerpo” mientras critica los ataques a las leyes de ciudadanía, diciendo que “los ataques contra la Nueva Ley de Ciudadanía son lamentables (…) quien crea estos conflictos está insultando a la nación...”

No obstante, ante las falacias y manipulaciones gubernamentales, desde hace tiempo se vienen alzando voces como la del parlamentario musulmán Asaduddin Owaisi, que ya en 2015 en el contexto de la celebración de primer Día Internacional del Yoga, dijo: “sólo porque yo no quiero hacer yoga no significa que no sea un patriota”. Desde entonces y a pesar de la opresión del régimen, las voces críticas y las protestas crecen cada vez más en el país y a nivel internacional. Por ejemplo, surgen denuncias contra la brutalidad policial, contra la parcialidad de las fuerzas de seguridad de Modi que actúan sólo contra los opresores y nunca contra los alíados del gobierno, y contra los asesinatos y palizas de los sicarios paramilitares del RSS.

Igualmente, las críticas vienen del mundo académico de la India, cuando en 2016 y años posteriores se celebró el curso “Historia y Política del Yoga” en la Universidad de Nalanda, al este de la India, durante la gestión del rector Amartya Sen, premio Nobel de Economía. Entre otras aseveraciones, se destacaron las siguientes: “... la idea es hablar del yoga, porque las personas llegan a la India con una expectativa, y se dan cuenta de que el concepto ha sido apropiado por la extrema derecha, y eso produce un choque (…). Igualmente se debaten las diferencias entre la larga tradición del yoga y la forma en que se trata el tema en la actualidad, desde la perspectiva del RDD y el nacionalismo hindú (…) y, sin embargo, el origen del yoga se basa en una mezcla híbrida entre las tradiciones del hinduísmo y el budismo. Resumirlo en una práctica exclusivamente hindú es ignorar una parte significativa de la historia de la India y sus complejidades...”

La reacción del gobierno no se hizo esperar, y las clases fueron objeto de críticas furibundas del BJP. A mediados de 2017, el secretario nacional del partido, Ram Madhav, exigió la abolición del curso, y dirigió sus ataques contra la directora del curso, la profesora Patricia Sauthoff, por su calidad de extranjera. La Universidad de Nalanda la exigió que se retractase bajo la amenaza de medidas disciplinarias. Meses antes, el rector Amartya Sen había sido substituido por un alíado de Modi. La profesora no se disculpó, e inmediatamente fue tachada de “antinacional”. El curso fue abolido por la rectoría y ella nunca más ha podido volver a la India. 

En los actos represivos gubernamentales, la creación de la categoría “antinacional” cumple un papel fundamental en el proyecto nacionalista hindú. Todo crítico del partido del gobierno es visto como “antinacional” y quien no es hindú es visto como anti India. Por ejemplo, todo musulmán es visto como un paquistaní en potencia, como un peligroso yihadista, y los cambios en la ley de ciudadanía, al final de 2019, fueron la radicalización de todo eso. En este clima, el ministro jefe del estado de Uttar Pradesh, Yogi Adityanath, llegó a decir que aquellos que se posicionan contra el yoga deberían ser expulsados del país.

Estas amenazas surgen su efecto, porque la mayoría de las personas no quieren ser tachados de “anti hindú”en un país en que el 80% de la población sigue el hinduísmo. Criticar directamente el uso del yoha es peligroso, así que opositores y grupos de izquierda se centran en atacar a Modi por apropiarse de las tradiciones milenarias para desviar el foco de los problemas reales de la India.

En definitiva, a pesar de las críticas crecientes a nivel nacional e internacional el gobierno de la India continúa blindado, lo que demuestra la eficacia de su poder y sus métodos de extrema derecha. Incluso encuentra excusas en otros países que dicen que no es tan peligroso como Bolsonao o Trump, a pesar de toda la violencia institucionalizada y el proyecto totalitario que está detrás del nacionalismo hindú.

Reelecto en Mayo del 2019, Narendra Modi cumple el segundo mandato al frente de la India, y su partido, el BJP ocupa 303 de los 543 escaños del Parlamento y gobierna en 12 de los 29 estados del país.

 ALBERTO MARTINEZ LOPEZ (colaborador de RedUNE en el País Vasco)

Fuentes: diario digital Brasil de Fato / Mariana Faiad Batista Alves/ Patricia Sauthoff/ S. Praveen

 

 

 

 


 

 

 

 

 

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