Fundada en Argentina en 1962, la Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino, FASTA, es un grupo católico, de origen argentino, con marcados rasgos autoritarios y violentos y que declara tener como objetivos “la perfección personal de sus miembros y la evangelización de la cultura, de la familia y la juventud”.
Hoy en día, FASTA participa en los movimientos antiabortistas denominados eufemísticamente por sus promotores la “defensa de la vida”, de tal suerte que fue uno de las agrupaciones firmantes de la llamada Declaración de Lima en el pasado congreso internacional “provida” celebrado en esa ciudad del 10 al 13 de noviembre de 2005.
Asimismo, en septiembre de 2004, en Argentina, FASTA se movilizó para rechazar el aborto en todos los casos, incluyendo el de violación, pues de acuerdo con un folleto distribuido por Victoria Caram, integrante de ese grupo, el aborto es, en tal situación, “Justicia por mano propia contra un tercero inocente”.
El 19 de agosto de 2004, Mariana Tapia, una de las dirigentes juveniles (“jefa de adalides”) de ese grupo en Lima, felicitaba a sus compañeros de FASTA que habían asistido a una marcha “Provida” contra la anticoncepción de emergencia pues, señalaba “a nosotros como milicia nos toca defender hasta la muerte aquellas cosas que van quedando olvidadas con el tiempo, debemos hacernos notar sin temor alguno, debemos hacer sonar F.A.S.T.A. en todo el Perú…”.
El fundador y dirigente de FASTA es Aníbal Fosbery, sacerdote dominico argentino cuyas tendencias pronazis fueron difundidas hace poco en la red electrónica por Indymedia: “…el sacerdote Fosbery, estuvo vinculado a la dictadura militar argentina, es más fue parte del denominado “Operativo Libia”, misión secreta por la cual el ex dictador argentino Leopoldo Galtieri realizó una compra encubierta de armas en 1982, en ese entonces el nada santo padre Fosbery era amigo del principal dirigente de la triple A (Alianza Anticomunista Argentina), grupo paramilitar que sembró el terror durante la dictadura militar. Otro dato importante es que una de las instituciones educativas dirigidas por FASTA y el padre Fosbery, funcionó por muchos años en la sede de la Asociación Germano Argentina, justamente en el año 2003 cuando FASTA inauguraba su nueva sede en Bariloche- Argentina, el padre Fosbery lanzó un discurso de gratitud hacia Erich Priebke, un nazi responsable de un comando de la SS que realizó la matanza de de las Fosas Ardeatinas en 1944, justamente por este crimen Priebke fue extraditado hace más de 10 años a Italia, al mencionado padre no le importó el pasado de Priebke, y en esa ocasión dijo: "Permítanme que de modo personal exprese en nombre de FASTA nuestro recuerdo y gratitud al entonces presidente de la Asociación Germano Argentina en Bariloche, Herr Erich Priebke", la frase fue ampliamente ovacionada por los miembros de FASTA, quedando claras sus simpatías a favor del criminal de guerra nazi”.
Más allá de esas simpatías, FASTA es un grupo que evoca a las antiguas organizaciones del nazismo por su espíritu militarista y por la agresividad que en su discurso y en sus acciones, hasta donde las circunstancias les permiten, despliega contra aquellos a quienes considera enemigos de la religión.
FASTA está organizada en “milicias juveniles” a cuyos miembros se les inculca un espíritu de disciplina y de lucha, a la vez que se les convence de que su militancia en FASTA es fruto de un mandato divino. Leemos en un documento de FASTA dirigido a mandos de ese grupo (www.rucaayllu.com.ar), que cada uno de ellos debe asumir que“…Dios, el Todopoderoso, el Eterno, el infinitamente Sabio, el que fue causa directa de mi alma, ese Dios es quien se me apareció en mi vida y me dijo: ¡Mi Voluntad es ésta! ¡Mi Voluntad para con vos es que seas miliciano! ¡Yo te he pensado así desde toda la eternidad! ¡Yo te he querido miliciano desde que estabas en el vientre de tu madre hasta que vengas a comparecer ante mí!”.
En 2003, impresionado por las mencionadas muestras de simpatía de Fosbery hacia el criminal nazi Erich Priebke, un antiguo militante de ese grupo, Ariel Etcheverry, difundió su testimonio de lo que vivió en él a principios de los años 80. Leemos: “En FASTA se realizaban actividades típicas de cualquier grupo de boys scouts: deportes al aire libre, campamentos, liturgia y misas, pero todo con un trasfondo castrense que 21 años después no deja de sorprenderme. Las "jornadas" se iniciaban y se cerraban con una formación, con himnos e izamientos de las banderas argentinas y de FASTA. Después, todos a misa. Existían tres agrupaciones: la masculina, la femenina y la juvenil (ésta última era mixta). Uniformados con vaquero celeste, camisa azul plomo, zapatillas oscuras y boina azul, en el caso del grupo de varones había dos grandes secciones: los "escuderos" y los "templarios". Cada una de esas secciones estaba dividida en "escuadras" con nombres de fantasía, que tenían un "jefe" a cargo. Por el lado de las chicas, estaban las "adalides" y "caperuzas" con la misma organización. Esos equipos competían entre sí y hasta había un ranking. Curiosamente, los integrantes de Fasta nos denominábamos "milicianos". Cuando un jefe de escuadra o de sección o de agrupación te llamaba por algún motivo, debías responder con un contundente "a tus órdenes". La "venia" se completaba con una posición de "firmes": mano derecha calzada en el cinturón, brazo izquierdo primero extendido sobre la pierna y luego haciendo tocar el puño con el pecho. Todos estos detalles llegaron a oídos de mi padre, quien puso el grito en el cielo. Sospechaba de un tufillo nazista o fascistoide en todos esos ritos. Yo me resistía a creerle. Un sábado a la mañana me llevó a tomar un cortado a un bar que estaba en la esquina de Dorrego o Balcarce (no recuerdo exactamente) y Urquiza. Allí me dio una charla en tono pedagógico y detallada de cómo trabajaron en los años 30 la juventud hitleriana y el movimiento fascista. Todo coincidía con lo que veía en Fasta. Pero, con la lógica de un adolescente, creí en ese momento que mi padre exageraba. Unos meses después, casi por decantación o desencanto dejé de concurrir a Fasta….”.
De acuerdo con la información difundida por Indymedia, Fosbery ha realizado viajes al Perú con la finalidad de adoctrinar a grupos de jóvenes para que realicen actos de violencia como el ocurrido en Lima, el pasado viernes 9 de diciembre en la presentación del libro Cruces y Sombras, cuyo tema son los grupos católicos conservadores de América Latina.
Sergio Tapia es el jefe de las milicias juveniles de FASTA en Perú, y participó directamente en los actos de agresión y provocación de ese día, en los que evidenció el belicoso espíritu que anima las acciones de esa “milicia”.
En un vídeo filmado al final del evento y que ha sido transmitido en Perú por Canal Cable 8, se pueden ver algunos furibundos jóvenes católicos que con amenazas, manotazos y empujones trataron de impedir que la cámara filmara a una señora que discutía acaloradamente con uno de los presentadores del libro, Luis Távara, pues por alguna razón la dama quería pasar de incógnito.
Uno de los jóvenes de ese grupo se identificaba gritando desafiante hacia la cámara: “¡Sergio Tapia, católico!”.
Como informó el 17 de julio de 2003 el “miliciano” Sebastián Vallejo, Tapia había viajado a Jujuy “representándonos en la Marcha de Templarios que hace la milicia en Argentina”.
Como otros grupos conservadores, al lado de ese activismo agresivo, FASTA funda colegios y universidades (controla varias instituciones educativas en Argentina, entre ellas la Universidad FASTA en Mar del Plata) y en España varios colegios y la Fundación FASTA, de Barcelona). Esas actividades académicas, en sí mismas respetables, sirven a esta organización como una pantalla para ocultar su espíritu siniestro en su pretendida expansión internacional.