VIRTUSS ADICCIONES : "Tendrás que romper absolutamente con todas tus relaciones"
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ESTE CENTRO TIENE SEDES EN SAN SEBASTIAN Y VITORIA. Aquí su web Recuperación de adicciones (virtuss-adicciones.com)
Desgraciadamente, puedo decir que yo también he sufrido el maltrato psicológico y la mala praxis que ofrecen estas personas que se hacen llamar profesionales de la intervención, rehabilitación y reinserción de las personas adictas a diferentes sustancias. Sin mencionar la supuesta ayuda a las familias, que dicen ofrecer a través de todas sus redes sociales pero que en realidad es inexistente. La gran mayoría de las personas que tienen a un ser querido en este centro deben acudir a profesionales psicológicos externos para que les ayuden a lidiar con todo lo que se vive ahí dentro.
Los precios de los servicios ofrecidos son descomunales, y da la sensación de que las personas adictas pasan por diferentes fases del tratamiento en función de la disponibilidad económica de las familias. Generalmente, las personas pasan de fase cuando las familias empiezan a decir que se les está agotando el presupuesto. En ese momento, pasan de estar ingresados en el centro a la siguiente fase, algo más económica: el piso terapéutico. Del piso terapéutico pasan al centro de día, lo que significa que el paciente estará en centro durante el día y en su casa por la noche. Cuando alguien decide dejar el tratamiento, empiezan a actuar los buitres del dinero con argumentos como: “Es muy pronto, va a recaer, estás jugando con su vida, prueba a pedir un préstamo, pídele dinero a un familiar, vende algunos de tus bienes” entre otras estrategias para obtener más dinero.
En ninguna red social se puede ver quienes son los profesionales que trabajan en Virtuss, ni tampoco la metodología que utilizan. Eso sí, hacen referencia en múltiples ocasiones a que el tratamiento es personalizado. Sin embargo, puedo confirmar que eso es mentira. Las personas que reciben el tratamiento son todas acusadas de “mentirosas, infieles, de haber contratado los servicios de una prostituta” entre muchas otras acusaciones. Según los profesionales, este es el perfil de la persona adicta, por lo que lo más probable es que coincidan con este estereotipo. A todas las personas les han obligado a romper con su círculo social, deshacerse de sus mascotas e incluso renunciar a sus parejas.
El centro tiene incontables prohibiciones y obligaciones. Las personas que ingresan deben quitarse todos los piercings, afeitarse diariamente, no pueden relacionarse con absolutamente nadie (de esto hablaremos más adelante). Está prohibido tener las relaciones sexuales, usar gorras, gafas de sol, anillos, pulseras, hacerse cortes de pelo a su gusto, escuchar musica, entre otras cosas. Las personas que están en tratamiento tienen la obligación de “denunciar” a sus compañeros/as cuando incumplen alguna norma, lo que supone delatar al compañero/a ante los terapeutas.
He podido ver de primera mano cómo las personas que ingresan voluntariamente en este centro son alejadas de todo su entorno. Cito textualmente lo que mencionan los profesionales: “Las personas adictas tienen que romper absolutamente con toda su vida anterior”. Esto incluye todos los ámbitos, tanto sentimental, como laboral. Comienzan rompiendo con todo el círculo de amistades de las personas que reciben el tratamiento, incluyendo las amistades que no están relacionadas con el consumo. Si la persona adicta, ya en la fase centro de día, se encuentra con alguien en la calle, debe ignorarla o decir “no puedo hablar” y continuar sin dar ningún tipo de explicación. Esto se aplica a cualquier persona: conocidos, vecinos, amigos, familiares, etc. También les obligan a romper con su ámbito laboral; si un paciente tiene una vocación, como por ejemplo ser dentista, jamás podrá volver a ejercer y tendrá que empezar de cero en otra profesión.
El trato a los pacientes es nefasto. Se les falta el respeto llamándoles “drogadictos” cuando no están de acuerdo con algo que dice el terapeuta. Esto incluye no obedecer las sugerencias y recomendaciones del terapeuta, faltar el respeto del terapeuta o expresar una opinión diferente. Con esto quiero decir que coartan su libertad de expresión, afectando a su dignidad y autonomía.
He visto familias destrozadas y completamente arruinadas, con intención de denunciar tras su paso por Virtuss Adicciones. También pacientes que han tenido que deshacerse de sus animales y rupturas de parejas en contra de su voluntad, tras ser coaccionadas o manipuladas. La metodología de estas personas, como he mencionado antes, es romper con absolutamente todo el pasado del paciente, sin importar quién sea. Para estos profesionales, el aislamiento social del paciente es fundamental, y dura todo el proceso de tratamiento o hasta que la persona decide abandonarlo.
Para una persona que está en proceso de rehabilitación, es fundamental contar con personas de apoyo, ya sea familia, amigos, pareja o incluso su mascota. Es de vital importancia que la persona mantenga la ilusión por el futuro. Sin embargo, en Virtuss se centran únicamente en el aquí y ahora, lo que destruye todas las ilusiones favorables que pueda tener la persona adicta. De esta manera, la persona pierde la motivación por seguir esforzándose en el proceso de rehabilitación, ya que se pregunta: ¿Qué me espera cuando todo termine? Eso, en el caso de que el proceso realmente termine, porque el método que siguen hace que las personas se vuelvan terriblemente dependientes de los terapeutas. Recordemos que opinar diferente al terapeuta no tiene cabida en este centro, y perseguido por los compañeros/as del centro.
Es importante mencionar que en todo este tiempo-que no ha sido poco- no he visto a una sola persona a quien le hayan dado el alta terapéutica. Poco a poco, todas terminan abandonando el proceso, al menos aquellas personas que tienen la suerte de tomar conciencia de las malas prácticas que se llevan a cabo en el centro. Sin embargo, abandonan el proceso con consecuencias graves: como psicológicas, la pérdida de amistades, parejas, el distanciamiento en las relaciones familiares y un enorme gasto económico.
Resulta realmente doloroso ver cómo alguien cercano, como es mi amigo, toma la valiente decisión de ingresar en un centro de desintoxicación porque, por sus propios medios, no ha podido superar sus dificultades. Aceptar que necesita ayuda profesional es un paso crucial, pero aún más difícil es recibir la noticia de que, durante todo este proceso, no hay espacio para la relación con amistades que no estén involucradas en el consumo.
Sin haber tenido la oportunidad de despedirme de él, ahora me encuentro en la incertidumbre, esperando y confiando en que su recuperación avance de la mejor manera posible, aunque no se me permita acompañarlo ni estar presente en su camino.
Lo que agrava esta situación es el conocimiento de que los profesionales del centro donde se encuentra no parecen ejercer una buena praxis. Más que ayudarlo, parece que están minando su identidad, anulándolo como persona. La falta de una intervención adecuada y el enfoque autoritario en sus métodos de tratamiento nos ha hecho sospechar seriamente sobre la integridad del lugar.
Una de las señales más alarmantes ha sido cómo, poco a poco, el centro ha apartado a todas las personas importantes de su proceso de recuperación, menos a las personas que pagan el tratamiento. Han llegado incluso a influir, bajo el pretexto de que esto es "lo mejor" para su recuperación. Este tipo de medidas nos resulta extremadamente sospechosas, ya que no parece responder a una lógica terapéutica legítima, sino a un deseo de aislamiento total.
Llevo demasiado tiempo sin saber nada de él, sin poder verlo, hablar con él ni mostrarle el apoyo que tanto necesita en este momento. No he podido decirle que sigo aquí, dispuesta a acompañarlo cuando lo necesite.
Me invade la preocupación constante de que, mientras tanto, quienes se hacen llamar "profesionales" en ese centro estén en realidad alejándolo de su verdadera recuperación y, peor aún, que lo estén destruyendo como persona
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Mi esperanza es que esta pesadilla acabe pronto, y que esas personas que deberían velar por su bienestar no consigan hacerle más daño. Mi mayor deseo es que mi amigo pueda salir de este lugar con la fuerza suficiente para reconstruir su vida, sabiendo que cuenta con amigos y familiares que seguimos aquí, esperándolo.
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